viernes, 21 de marzo de 2014

Día Mundial del Síndrome de Down

Pintura expresionista de Marc Chagall.
Con motivo de este día y teniendo en cuenta que trabajamos con alumnado con necesidades educativas especiales, he pedido a mi tutoría (2ºESO B) que cuenten su propia experiencia con estas personas. Para mi sorpresa, han sido sólo chicas las que han compartido sus impresiones con todos nosotros. Animo a los chicos a participar también.

El tener niños y niñas con Síndrome de Down u otras enfermedades me entristece, no sólo porque es una injusticia, si no porque la mayoría de la gente los suele discriminar. En mi caso, conozco y tengo alrededor a gente con estos problemas ya que en mi instituto se trata con ellos.

Para mí son personas normales y hay que tratarles así, porque tienen sentimientos y pueden llegar a querer más que una persona normal.

En mi instituto trabajan con la jardinería y los que tienen más discapacidad, tienen a personas que los cuidan y atienden sus necesidades.

En resumen, creo que hay que tratar a estos alumnos como personas normales, es decir, con respeto y educación, al igual que hay que tener un poco más de delicadeza al tratarlos.

Ainhoa Velázquez Ara.




Conocí a este chico en septiembre de 2013, comenzando el curso. Al verlo, mi primera impresión fue que era diferente a todos, especial. Tiene una sonrisa tan dulce que envuelve a cualquiera. Es cariñoso, risueño, sentimental y buena persona. Me hice amiga de él desde el primer día. Íbamos juntos a los cambios de clase y era muy gracioso. Al mes, lo cambiaron de clase. A pesar de eso, él no se olvida de mí. Seguimos siendo amigos. Me dice que le da mucha pena que lo hayan cambiado de clase y que quiere volver a la nuestra. Me quiere mucho y aunque no se acuerda de mi nombre y se lo tengo que repetir todos los días, le he cogido mucho cariño y me parece mejor amigo que cualquier otra persona. Muestra sus sentimientos tal y como los siente y no se esconde de nada.

Katerine González.




Las personas discapacitadas, las que sufren alguna deficiencia física, mental, intelectual o sensorial, están más limitadas, en algunos aspectos, que otras. He tenido la suerte de haber podido tratar con alguno de ellos. Hace tiempo coincidía conmigo en clases de piano una niña con Síndrome de Down. Era muy simpática cuando quería, digo cuando quería porque había veces que...bueno, ahí lo dejo. Ella intentaba hacer lo mismo que los demás; unas veces lo conseguía y otras, no, pero eso le ocurre a todo el mundo. Cuando conoces a una persona, por ejemplo, con este problema, te das cuenta de la suerte que tienes. Muchas veces nos sorprenden. Piensas que no te pueden aportar nada, pero te enseñan y dan lecciones sin que ellos mismos se den cuenta. Lo que más me sorprendió de esta niña fue su autoestima. Pueden ser las personas más felices del mundo; es raro que no estén contentos. Hace poco, en el instituto, también he tenido el placer de conocer a un chico de similares características y es también muy simpático.

Desde pequeña he tratado con estos niños. Desde que tenía 3 años, ha estado conmigo en el colegio otra niña con otro problema. En mi anterior centro había niños discapacitados y hacíamos actividades con Asprovélez. Además tengo una amiga que tiene un hermano discapacitado que está en silla de ruedas y es muy dependiente; no se puede valer por sí mismo ya que no puede ni hablar ni moverse. Éste también está ahora en el instituto, en el edificio adaptado para ellos.

Un ejemplo de superación es un muchacho ya adulto que ganó la Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián por su participación en una película. Es el primer europeo con Síndrome de Down que tiene terminada la carrera universitaria de Magisterio. Le quedan pocas asignaturas para terminar Psicopedagogía y ha ejercido como presentador de televisión. Este chico se llama Pablo Pineda Ferrer, es de Málaga y actualmente, vive allí. En 2013 fue inaugurada una glorieta con su nombre cerca de su casa.

Elena Ruiz Quintero.




A este chico lo conozco desde los 5 años. Siempre está riendo; es alegre y muy cariñoso y además, es muy buena persona. En el colegio siempre estaba con nosotros y le ayudábamos en lo que le hiciera falta. Había gente que se metía con él y siempre lo defendíamos porque no me gustaba que se metieran con él porque era mi amigo. A veces me hacía mucha gracia. Corría detrás de las niñas (y de mí) y todas salían corriendo. En los juegos de parvulitos, jugábamos a los piratas, nos deslizábamos a la vez por el tobogán o él empezaba a tirar bolas. En teatro, siempre estaba bailando, haciendo juegos y me lo pasaba muy bien con él.

Ahora en el instituto nos tocan clases diferentes, no hablamos tanto pero sí nos saludamos. Es un niño bastante listo e incluso se esfuerza más que otros. Hay gente que porque tenga una discapacidad no se acercan o se ríen de ellos, pero son los mejores amigos que se puedan tener. Este chico vale mucho y si te haces amigo de él, no te fallará.

Carla Rodríguez.

Hace mucho tiempo, conocí a una chica de un club de natación. Antes de competir, al ver que tenía una discapacidad, lo primero que pensé fue que ella no iba a competir sino que venía a animar o acompañando a alguien.
Sin embargo, esa chica me dio una gran lección porque cuando me tocaba competir, para mi asombro, ella estaba en la misma serie que yo. Nadie le decía nada, pero yo me acerqué y le pregunté si estaba nerviosa. Ella me respondió que no y me preguntó lo mismo, a lo que le contesté que sí. Para intentar tranquilizarme, me empezó a decir que si estaba nerviosa, no tenía porqué estarlo. Aunque lo hiciese mal o empeorara mi tiempo, si yo sabía que lo había hecho bien y que me había esforzado al máximo, daba igual todo lo demás.
En ese momento comprendí que aunque me ponga nerviosa antes de competir, si lo hago lo mejor posible, no importan los comentarios de los demás.
Nereida Téllez Rodríguez.

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